Generalmente estamos todos de acuerdo en la importancia de la inclusión educativa, pero se genera un debate en encontrar la manera de hacerla efectiva y ponerla en práctica dentro de las aulas. Quienes están implicados en este proceso, opinan que se requieren cambios en la cultura y en el sistema educativo (apuntando a una heterogeneidad) lo que implica modificar la mirada social.
Para la UNESCO, la inclusión educativa es definida como: “El proceso de identificar y responder a la diversidad de las necesidades de todos los estudiantes a través de la mayor participación en el aprendizaje, las culturas y las comunidades, y reduciendo la exclusión en la educación. Involucra cambios y modificaciones en contenidos, aproximaciones, estructuras y estrategias, con una visión común que incluye a todos los niños/as del rango de edad apropiado y la convicción de que es la responsabilidad del sistema regular, educar a todos los niños y niñas”.
La igualdad de oportunidades para todos los niños y niñas, tiene como objetivo velar por la garantía de cubrir todas las necesidades que requiera cada persona en cualquier contexto pedagógico escolar y extraescolar en el que se encuentre el alumno. ¿Cómo se logra esto? Definiendo metas comunes, que garanticen la preparación de todas las personas para afrontar las actividades diarias de manera eficaz y autónoma.
Como sabemos, la educación es un derecho, no un privilegio. Cada estudiante posee determinadas características, intereses, capacidades y necesidades de aprendizaje distintos y deben ser los sistemas educativos los que estén diseñados para dar una respuesta eficaz a esta demanda.
Si tenemos en cuenta el significado de inclusión, las personas son agentes activos de la sociedad que deben tener el derecho de participar plenamente en ella. Pero debemos trabajar para eliminar por completo cualquier barrera que pueda resultar un problema para garantizar este objetivo.
Para conseguir velar por la inclusión educativa, los centros pueden reducir las discapacidades promovidas por las barreras humanas, físicas e institucionales para garantizar el acceso y la participación de todas las personas en las aulas. Generando comunidades reales que en un futuro garanticen la promoción de la inclusión.
Micaela Rodríguez Rivas
Estudiante de Psicopedagogía, USAL - Voluntaria en SÍ, VOY